La cuesta de enero es un momento difícil para las finanzas de muchas empresas, pero también nos da una clase de administración financiera.
La cuesta de enero es un momento difícil para las finanzas de muchas empresas, pero también puede darnos una importante clase de administración financiera. En pocas palabras, la cuesta de enero es el momento del año en el que todo sube de precio por la inflación. O visto de otra forma, es cuando disminuye el poder adquisitivo de nuestro dinero.
Podemos comprar menos con lo mismo. Además de un alta en los precios, hay que realizar diversos pagos importantes, como el de los impuestos, la tenencia, anualidades, y más. Por todo esto, la cuesta de enero suele ser el principal tema de conversación a inicios de año.
Como ya se mencionó, la acumulación de pagos y el alta en precios podría parecer la raíz del problema, pero en realidad, este comienza unos meses antes: en noviembre y diciembre. Eventos como el Buen Fin y Navidad, con descuentos y promociones a meses sin intereses, nos invitan a gastar y no a ahorrar el dinero extra que recibimos a finales de año el aguinaldo, bonos por desempeño y demás.
Por lo tanto, el problema no radica principalmente en el incremento de precios, el cual ya sabíamos de antemano que iba a suceder. El verdadero problema está en los hábitos de consumo y la falta de preparación que preceden a la cuesta de enero.
¡Buenos hábitos! Todo es cuestión de familiarizarnos con mejores hábitos financieros. Algunos de ellos podrían ser:
La cuesta de enero no es fácil para nadie. Entender que es un fenómeno colectivo nos ayuda al saber que no estamos atravesándola solos, y nos puede motivar a adoptar nuevos hábitos financieros para inspirar a quienes nos rodean a hacer lo mismo.
La cuesta de enero es un momento difícil para las finanzas de muchas empresas, pero también nos da una clase de administración financiera.